Poema XLIII
Tuve por tanto tiempo que
alimentar la soledad con mi sangre, que
tengo miedo ahora
de encontrarme sin sangre entre tus brazos...
O de encontrarme a ti menos en ellos que lo que
te encontraba en mi ardorosa y viva soledad.
De tal modo te he fundido en ella
Y yo contigo, de tal modo le he ido, transpasando anhelos, sueños, gestos
y señales, que tal vez nuestro encuentro solo sea el de dos nubes
en el cielo o dos desconocidos en la tierra.
(Dulce María Loynaz - Cuba)
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